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La Cofradía del Perdón

En una ermita llamada del Calvario que formaba parte de un Vía Crucis construido por la Orden Franciscana, en el lugar conocido como las Cuatro Piedras junto al paseo del Malecón, se encontraba un hermoso Cristo de dulce gesto. Y así fue hasta que llegado el año de 1896, unos intrépidos nazarenos, capitaneados por el párroco de San Antolín, D. Pedro González Adalid, soñaron con recuperar el hueco que aquella otra cofradía, la de la Hermandad del Prendimiento, había dejado en el castizo barrio de San Antolín tras la Constitución de 1812.

Propuso González Adalid que aquel hermoso Cristo del Malecón, tallado por Francisco Salzillo, fuera desde entonces el Santísimo Cristo del Perdón. La ilusión de aquellos hombres debió ser desbordante. Tan solo una semana después de quedar constituida la Cofradía, el 6 de junio de 1896, ya aprobaron el reglamento de estantes y se nombraron los Cabos de Andas que en unos meses serían los responsables de las distintas insignias. Aquella idea de restablecer la procesión del Arte de la Seda en Murcia era imparable. Compraron 32 faroles; determinaron que el color de sus túnicas fuera el magenta, y que éstas, las de los cofrades alumbrantes, dispusieran una larga cola que a su vez les otorgara un carácter señorial, algo que con el tiempo supondría un inconveniente.

Por si todo esto fuera poco, decidieron en el Cabildo de la Constitución de la Cofradía, proponer el indulto de un preso, dando así sentido a la advocación elegida para su Cristo. En aquel año de 1896, se solicitó a S.M. María Cristina de Habsburgo-Loren, Reina Regente, el perdón para Josefa Gómez, feligresa de la parroquia, y condenada a muerte por el célebre caso del crimen de la Perla. Entonces, hace 120 años, el indulto no llegó a buen fin.

Otra de aquellas primeras decisiones trascendentes sería la de la restauración del antiguo paso del Prendimento, que se conservaba en la iglesia de San Antolín, además  del encargo de un nuevo paso: Jesús ante Caifás. También se determinó la restauración de las imágenes del Calvario, las cuales se encontraban en un avanzado deterioro. Para ello se contó con los escultores de la familia Sánchez (Sánchez Tapia y Sánchez Araciel), que restauraron la imponente imagen del Cristo y de la efigie del apóstol San Juan, ambos atribuidos al escultor Francisco Salzillo. La imagen de la Virgen fue remplazada por otra que se encontraba en la iglesia de San Andrés, ya utilizada por la Cofradía de los sederos. A estás tres tallas se le añadió la de María Magdalena labrada por Sánchez Araciel.
Se llegó de esta manera al Lunes Santo 12 de abril de 1897, cuando la Cofradía del Perdón realizó por vez primera su estación de penitencia. Aquel día, ante una buena expectación en las calles de Murcia, salieron desde la iglesia de San Antolín los pasos del Prendimiento (tan solo el Cristo), Jesús ante el Tribunal de Caifás, Jesús atado a la Columna, el Cristo del Perdón y la Virgen de la Soledad.

Esto solo había sido el principio, la Cofradía del Perdón tuvo un profundo calado, no solo en el barrio de San Antolín, sino en toda la ciudad. El crecimiento de la misma se multiplicó por el entusiasmo de su dirigentes, que aceptaron que el Cristo del Perdón formara parte de la procesión del Santo Entierro cada Viernes Santo. Los mismos que en 1915 nombraron Presidente de Honor a S.A.R. D. Fernando María de Baviera y Borbón. Quizá este nexo con la Casa Real fuese definitivo para que en 1921, el rey Alfonso XIII, le otorgara el título de Real a la Ilustre y Muy Noble Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón.
Una nueva insignia realizada por el escultor Miguel Martínez Fernández engrosaría la procesión en 1923: El Encuentro de Jesús con su Madre en la Vía Dolorosa. Años después, en 1927, desfiló también el Cristo de la Humillación, aunque algunos desacuerdos con el escultor Antonio Garrigós, dueño de la talla, y que también había proporcionado el trono, llevaron a tomar la decisión de devolver la imagen. De esta manera se llegó a ese triste periodo de la Guerra Civil donde se destruyó el templo de San Antolín y casi todo el patrimonio de la Cofradía. Se salvaron las imágenes del paso del Calvario, la talla de Jesús ante Caifás y parte del paso del Encuentro, todo gracias a algunos mayordomos, que poniendo en peligro su integridad, salvaguardaron cuanto pudieron. 

Lo que jamás desapareció fue la ilusión, y el fruto de ella se vio reflejado en el renacer de la Cofradía. En 1940 se pudo formar de nuevo una procesión compuesta por cuatro pasos: El Cristo de la Humildad (imagen de Jesús ante Caifás); Jesús Nazareno (imagen del paso del Encuentro); El Calvario (Cristo del Perdón); y una imagen de La Soledad. Se acordó también que la procesión saldría desde la iglesia de San Andrés hasta que acabaran las obras del nuevo templo de San Antolín. Aunque no sería tarea fácil recuperar el patrimonio perdido, la historia nos dice que a día de hoy se han convertido en una de las Cofradías pasionarias mas grandes de Murcia.
El escultor Sánchez Lozano talló la imagen de la Virgen de la Soledad en 1943, Jesús atado a la Columna en 1945 y el Prendimiento y un nuevo Cristo para el paso del Encuentro en 1948. Salvador Castillejos completó el paso de Jesús ante Caifás en 1944. Francisco de Toledo entregó en 1953 un nuevo grupo, el del Encuentro con la Mujer Verónica. Unas décadas después, otro impulso llevó a engrandecer aún más si cabe a la Cofradía del Perdón. Así, en la década de los 80 del pasado siglo, el escultor José Hernández Navarro, finaliza dos nuevas insignias: La Coronación de Espinas en 1982 y El Ascendimiento en 1988. El mismo escultor es quién realiza los dos últimos pasos, Jesús en Getsemaní en el año 1996 y los Ángeles de la Pasión en 2012.

Han transcurridos 120 años desde que González Adalid junto a José Fayren, Emilio Quesada, Mariano Leandro, José María Ibáñez, Francisco Muñoz, Antonio Campillo, Antonio López y Bartolomé Martínez, iniciaran la andadura y dieran aquel gran impulso a esta venerada institución que enaltece la Semana Santa de Murcia. Loor a estos hombres y a todos cuantos entregaron su esfuerzo e ilusión por conservar y acrecentar a la Real, Ilustre y Muy Noble Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón.

Etiquetas: historia Semana Santa

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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